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Una gran torre del castillo musulmán de Almonacid se derrumba por las lluvias

La fortificación toledana llevaba en la Lista roja de Hispania Nostra desde 2008. “Hemos llegado a esta situación porque nadie hace nada”, dice la alcaldesa

Castillo musulmán de Almonacid
Vicente G. Olaya

La asociación de defensa del Patrimonio Hispania Nostra lo tenía en su Lista roja (relación de bienes patrimoniales en peligro de desaparecer) desde 13 mayo de 2008 por su “ruina progresiva, derrumbamientos y hundimientos”. El jueves, una de las torres más emblemáticas del castillo musulmán de Almonacid (Toledo), del siglo IX, se derrumbó incapaz de soportar las fuertes lluvias de las últimas semanas.

La alcaldesa de la localidad, Almudena González, admite sentirse “con mucha tristeza porque es el emblema del municipio”. La regidora explica que la torre, conocida como La Barbacana, posiblemente se desplomó por las continuas precipitaciones de las últimas semanas. “Hemos llegado a esta situación porque no se gastan [la Junta y los propietarios] un euro en patrimonio histórico. Y ha pasado, al final, lo que temíamos: se ha caído”, dice.

El Ayuntamiento Almonacid presentó hace años un expediente de ruina en la Delegación de Educación y Cultura de la Junta de Castilla-La Mancha para instar a la restauración de la fortaleza o que pasase a manos municipales. “Pero no sé en qué estado está la tramitación. El castillo está en la lista roja de Hispania Nostra desde hace muchos años. Nosotros hacemos acciones para ponerlo en valor, pero dentro de lo que podemos, porque somos un municipio pequeño [800 habitantes]. Si hubiera sido de propiedad municipal, hace tiempo que nos hubiésemos adherido a las ayudas del dos por ciento cultural del Estado y algo hubiésemos hecho”. destaca.

Castillo de Almonacid antes del derrumbe de una de sus torres en marzo de 2023.

La regidora recuerda que el castillo es propiedad, según la escritura pública, “de 35 personas ya en tercera o cuarta generación”, por lo que calcula que el número de propietarios supera en la actualidad el centenar.

La fortaleza, de origen musulmán, fue tomada en el siglo XI por Alfonso VI de Castilla como parte de la dote de su esposa. Los expertos creen que se erigió sobre un antiguo monasterio visigodo o un puesto de vigilancia islámico (ribat). La primera cita documental del castillo se remonta al año 1086 al ser entregado al arzobispo de Toledo Bernardo de Sedirac. Posteriormente, se utilizó como prisión y durante la Guerra de la Independencia fue destruido parcialmente por las tropas napoleónicas, según la documentación de Hispania Nostra.

En 2016, la Viceconsejería de Cultura inició el expediente administrativo para delimitar su entorno, ya que es Bien de Interés Cultural, la máxima protección legal que se puede dar a un monumento. Manuel Retuerce, profesor de la Universidad Complutense de Madrid y uno de los mayores especialistas españoles en fortificaciones y cerámica medievales, considera que es “un castillo espléndido, espectacular”. “Lo que pasa es que es ingobernable, porque tiene cerca de cien propietarios. A cada uno le toca una torre, con lo que al final nadie hace nada”, bromea.

La fortificación actual cuenta con doble muralla almenada y una torre del Homenaje de tres plantas en su interior, además patio de armas, de dos aljibes, un silo y algunas habitaciones. La muralla disponía de cinco torres, dos cuadradas y tres cilíndricas —una de ellas la ahora derrumbada―. Es de planta poligonal y construido en mampostería y ladrillo. Forma parte de la Ruta de Don Quijote.

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Sobre la firma

Vicente G. Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.
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